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La caída en el índice de natalidad obliga al Departamento de Educación del Gobierno vasco a maniobrar para evitar que decenas de colegios languidezcan por ... la falta de alumnos. La consejería que lidera Begoña Pedrosa augura «muchas» fusiones entre distintos centros públicos en el futuro próximo y ya trabaja con los equipos directivos para organizar su integración.
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El delegado territorial en Bizkaia, Iñaki Orbe, y el director de Centros y Planificación, Eugenio Jiménez, comparecieron ayer ante la comisión de Educación del Parlamento vasco para dar cuenta de la renovación del mapa escolar de Bilbao y, en última instancia, de todo el territorio. Si bien rechazaron dar fechas o cifras concretas de cuántos centros educativos podrían verse afectados por esta reorganización, como exigía el parlamentario de EH Bildu Ikoitz Arrese, sí revelaron que trabajan «con muchas comunidades escolares» para anticiparse al descenso en el número de nacimientos. «Se requiere de un trabajo previo discreto», señaló Orbe.
Los datos hablan por sí solos. Entre los cursos 2014/15 y 2024/25, las aulas vascas de Infantil han pasado de acoger 94.433 alumnos a 68.114. Es una caída del 28%. Lejos de alarmismos, el departamento lo ve como una «oportunidad» para «ofrecer proyectos educativos públicos sólidos de mayor calidad», en palabras de Jiménez. Procesos, en definitiva, que ayuden a «redefinir las necesidades del alumnado, combatir la segregación escolar y garantizar la calidad educativa».
Ya existen precedentes. Los colegios públicos de Infantil y Primaria Txurdinaga y Pío Baroja se van a fusionar a partir del próximo curso, en un claro ejemplo de lucha contra la segregación. Miembros de sus equipos directivos comparecieron ayer en el Parlamento para explicar el proceso. El primero de estos centros contaba al inicio de curso con 204 alumnos entre el aula de 3 años y 6º de Primaria. Según explicó su director, Jon Kepa Bustinduy, hace más de una década contaba con tres aulas por curso que luego pasaron a ser dos y, hace unos años, una. «Fue una sorpresa cuando el departamento nos propuso la fusión con Pío Baroja», señaló. «Tenemos un reto bonito y está siendo un proceso positivo porque recibimos los recursos que necesitamos», afirmó.
Por su parte, Estíbaliz Pérez, directora de Pío Baroja, expuso que el suyo es «un centro pobre», de alta complejidad, donde los 107 estudiantes, con un alto porcentaje de alumnado migrante, «están becados». Ve la fusión como «una gran oportunidad para avanzar» y mencionó el caso de la escuela de Mina del Morro, en Santutxu, que fue perdiendo un curso cada año hasta que acabó por desaparecer. «Fue un proceso muy feo», dijo.
Eso sí, a diferencia de lo que ha sucedido en la fallida fusión entre los colegios concertados Jesús María y Jesuitinas, en el caso de Txurdinaga el departamento garantiza que «todo» el profesorado mantendrá su puesto de trabajo. La integración de los colegios religiosos, en cambio, iba a conllevar el despido de un tercio de la plantilla, aunque al final el proceso descarriló y Jesús María cerrará sus puertas tras haber perdido casi todo el alumnado, la mayoría contrario a la fusión.
«Cuando se decide hacer una fusión, tiene que llevarse a cabo con el consenso de la comunidad educativa», advirtió ayer la consejera, Begoña Pedrosa. En una entrevista en 'Radio Euskadi', explicó que el departamento sólo es responsable de los centros públicos «en cuanto a decisiones de cierres o fusiones». En la red concertada, que en Euskadi matricula a casi la mitad del alumnado, «son los propietarios quienes tienen la potestad de tomar esas decisiones».
Desde esta perspectiva, los responsables del departamento ensalzaron ayer como «ejemplar» el caso de los colegios públicos Virgen de la Guía y Maestro Zubeldia de Portugalete, que el próximo curso también se fusionarán. El primero cuenta con sólo 50 alumnos y el segundo, con 412. Tras muchas reuniones con la comunidad escolar y los gestores municipales, la integración conllevará la eliminación de la valla que separa ambos centros, que se convertirán en un único complejo. Para salvar el gran desnivel de terreno entre ambos, se construirán una pasarela y un ascensor, además de una pista polideportiva cubierta y una cocina 'in situ'. «Las fusiones deben interpretarse como una oportunidad para ofrecer proyectos más sólidos y de liderazgo», recalcó Jiménez.
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