Sex Museum, los amos del BBK Bilbao Music Legends Fest
El bafle ·
En la gira de sus 40 años, los madrileños dieron con diferencia el mejor concierto de la primera jornada festivalera, un bolazo entre el rock espacial y la rave obsesivaSecciones
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El bafle ·
En la gira de sus 40 años, los madrileños dieron con diferencia el mejor concierto de la primera jornada festivalera, un bolazo entre el rock espacial y la rave obsesivaY ahí se iba desarrollando el viernes, la primera jornada de la octava edición del BBK Bilbao Music Legends Fest, donde hubo 2.000 y ... poco almas, aunque se respiró bastante buen ambiente desde primera hora de la tarde porque en vez de un grupo vasco, como otros años Anari y la WOP Band, abrió plaza un nombre guiri como el de Samantha Fish.
Los actuantes del viernes cumplían su papel, su contrato, sin pasar del bien sin más, oscilando entre lo interpretativo (la nativa de Kansas City y vecina de Nueva Orleans Samantha Fish, los Head Holes bilbaínos que no deberían pedir ni tantas palmas ni tan desde el principio…), lo recreativo de sí mismos (los bilbaínos Sonic Trash, la londinense Lita Ford), lo legendario de verdad pero en equilibrio inestable por el peso de los años (los neoyorquinos Blue Öyster Cult, los cabezas de cartel, perjudicados como todos los de dentro del pabellón por unas luces que no realzaban nunca el espectáculo; «¡está oscuro!», soltó uno de los viejos colíderes) y con quizá sólo un grupo dando más de lo que se esperaba (los baracaldeses Colajets en el escenario de fuera, donde se lo montaron entre Burning y Los Flying Rebollos).
Así hasta el último concierto de la primera jornada, ya pasada la medianoche, cuando por fin vimos una supernova, la de Sex Museum (Malasaña, Madrid, 1985) en la gira de sus 40 años. A pesar de la hora tardía y del cansancio, más de 500 aficionados ya estuvieron ante su bolazo con buen sonido y malas luces de 12 canciones en 60 minutos redondos. Como explicó irónico el guitarrista y portavoz Fernando Pardo, menos locuaz que en otras ocasiones para aprovechar el tiempo consignado, «esto tiene truco: como somos los más jóvenes, ¡aguantamos levantados a estas horas!».
Ellos y nosotros, perdón, el público al que espolearon con sensaciones de vértigo y hasta de peligro desde la primera canción, la progresiva 'Breaking the Robot', con influjo de Blue Öyster Cult, pero en versión mejorada, como se percibió más tarde también en 'Lucky man' y sus pasajes de space rock y en el homenaje explícito con el cencerro en 'Horizons'.
«¡Esta noche somos leyendas!», azuzó Fernando Pardo antes de la segunda, la muy Deep Purple 'Two Sisters', con las cuatro melenas del quinteto ondeando delante: las de la teclista Marta, el manager y bajista Javi Vacas, y los hermanos Javier y Fernando Pardo (detrás baqueteaba con el pelo corto y hecho una furia nuestro admirado Loza). Miraron a los 90 con su híbrido populista entre Deep Purple y Beastie Boys 'Smoke on the party', 'Microdosis' fue su único tema en castellano y nos trasladó en otro viaje astral a la época de Chapa Discos, y Sex Museum con aire internacional, universal, se encararon con Monster Magnet en 'Red Ones'.
Y ya el epílogo fue un eufórico agujero negro con rock ravero o rave roquera ('Wassa Massa' más un tema inédito, 'Sugar & Hypocrisy', que incluirán en su próximo álbum) y el adiós (sin el previsto bis) derrapando con rock motero en la estela de The Lords Of Altamont, 'Riots', relanzado por los tambores de Loza tras otro tramo espacial incrustado en la canción. «¡Los putos amos, joder!», chilló un testigo al final. ¡Amén!
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