Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Se acabaron los golpes en el pecho, la asunción de la culpa, el acto de contrición por haber confiado la secretaría de Organización del PSOE ... a dos personas, José Luis Ábalos, primero y Santos Cerdán después, que, según los indicios hallados por la UCO, se aprovecharon del cargo para enriquecerse ilegalmente. Un fin de semana en la finca toledana de Quintos de Mora, patrimonio del Estado, ha bastado para que Pedro Sánchez cambie de actitud y vuelva al tono combativo, a las acusaciones de guerra sucia por parte de la derecha y a su sempiterno 'manual de resistencia'. Este lunes, tras cinco horas de larga reunión en Ferraz con su ejecutiva, el presidente del Gobierno incluso relativizó la trascendencia de lo ocurrido.
«No vamos permitir que la posible corrupción de unos pocos, que tendrá que ser dirimida y sustanciada en los tribunales –llegó a matizar con una cautela que, para sorpresa de algunos de sus socios, no mostró hace cinco días– eche por tierra la integridad de unas de las administraciones públicas más limpias que ha tenido la historia democrática de este país». Con ese argumento volvió a rechazar un adelanto electoral que incluso en su propio partido muchos han considerado, privadamente, la respuesta más adecuada a esta crisis. Y lo hizo, no porque crea que sería poco razonable en términos democráticos, sino porque asume que solo lograría «entregar las riendas del país al PP y Vox». Es decir, que perdería.
Con un razonamiento idéntico al que empleó tras las pasadas generales para justificar la amnistía al 'procés', una y mil veces tildada de «inconstitucional» y rechazada en la legislatura anterior, Sánchez argumentó que tirar la toalla sería «irresponsable» porque permitiría a la ultraderecha imponer su «agenda reaccionaria» y acabar con uno de los pocos Gobiernos europeos que aún pueden plantarle cara. «Mi deber como capitán es tomar el timón y proteger al Gobierno de coalición progresista. Este Gobierno es la obra y esperanza de mucha gente», insistió.
Se suponía que el presidente del Gobierno iba a anunciar este lunes decisiones para tranquilizar a sus socios de investidura y aplacar la inquietud de quienes, en sus propias filas, advirtieron la semana pasada de se había quedado corto con las dos medidas anunciadas el jueves a las horas de trascender el demoledor informe que llevó al juez Leopoldo Puente a ofrecer a Cerdán declarar voluntariamente ante el Supremo, una remodelación de la ejecutiva y una auditoría externa. Y en parte lo hizo, pero sobre todo salió a la ofensiva.
Sánchez se reunirá con los grupos parlamentarios que hasta ahora han apoyado al Gobierno –ya lo hizo este lunes con Yolanda Díaz, su socia de coalición– pero da por sentado que ninguno tiene interés en dejarlo caer y que tampoco estarían muy conformes con retratarse en una moción de censura. Así que les ofreció dos cosas: una comisión de investigación sobre el 'caso Koldo' y una comparecencia monográfica en el Parlamento, aún sin fecha.
El presidente presumió, por lo demás, de actuar con una rapidez y determinación que jamás se le ha conocido al PP en sus años de historia. Después de dieciséis meses, este lunes, 16 de junio, se cerró por fin el expediente disciplinario abierto contra José Luis Ábalos y se le expulsó del partido. Hasta ahora se esgrimía que los estatutos son muy garantistas para ir con pies de plomo, pero las conversaciones en las que se escucha al exministo de Transportes hablar de las prostitutas que más le gustan con Koldo García valieron de excusa para acelerar un proceso que, ahora, muchos entienden ralentizado por el propio Cerdán, quien también renunció al carnet del PSOE, además del acta de diputado.
Otra de las decisiones medianamente novedosa es la creación de una dirección coral que se hará cargo de la secretaría de Organización hasta el 5 de julio, cuando tendrá lugar el próximo comité federal, finalmente en Madrid y no en Sevilla. Algunas voces habían pedido ir más rápido en la sustitución del equipo de Cerdán y adelantar la fecha del comité, pero Sánchez alegó que la agenda internacional no se lo permite y arbitró esta salida que, aun así, no está exenta de polémica. Porque las cuatro personas elegidas son la presidenta del partido, Cristina Narbona; la secretaria de Trabajo, Economía y Social y Trabajo Autónomo, Montse Mínguez y el secretario de Acción Democrática y Transparencia, Borja Cabezón, pero también la gerente Ana Fuentes, a la que hay quien vincula con Cerdán.
En la larga reunión de la ejecutiva, Sánchez no encontró voces críticas. Sí algunas propuestas para dar mayor participación a la militancia que cayeron en saco roto. Pero nadie discutió su decisión de aguantar hasta 2027. Él retó a quienes en el partido critican su postura a «intervenir» en el comité federal. Y al PP y Vox a arriesgarse a presentar una moción de censura.
Fue uno de los momentos de la comparecencia de Sánchez que más eco consiguió, aunque fue involuntariamente. El presidente suscitó una oleada de comentarios en las redes sociales, no pocos críticos, por haber respondido, ante una posible confusión en una respuesta por la que se interesaba un periodista con un «Son las cinco y no he comido, creo que también es importante». El jefe del Gobierno volvió a escudarse en esa constatación –la mayoría de los que seguían su intervención tampoco tuvieron margen para almorzar– para poner fin a la rueda de prensa que extendió la ejecutiva en Ferraz hasta las cinco de la tarde.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.