
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El cocinero y ganadero de Casa Garras, en Karrantza, no tiene ninguna duda: «Ha sido un robo por encargo; se han llevado el mejor ejemplar que tenía, el más grande, el más exagerado, un buey como los de antes. Tiene nueve años y lo estaba cebando con cereal desde hace doce meses en mi rancho con idea de hacer un récord, que engordara todo lo que él aguantara para sacarlo en el restaurante después del verano. Es de raza Asturiana y ahora pesaría cerca de 1.500 kilos. ¿Su precio? Unos 10.000 euros. Hoy se roba de todo, pero la carne de ganado nacional tiene un valor exagerado. Estoy seguro de que ha sido un robo por encargo y para un mercado determinado. Ese animal se estará despachando en un mostrador y las chuletas irán a algún restaurante», se duele Txema Llamosas Orcasitas (38). «Hay un mercado negro de carne. Piense que en algunos locales se pagan hasta 140 euros por un kilo de chuleta de buey», denuncia.
El chef de Casa Garras descubrió el robo el pasado domingo, tras un intenso fin de semana de trabajo. «En cuanto subí al rancho supe que me lo habían quitado. Por prudencia no fui a denunciar. Con mi hermano y mis amigos estuvimos batiendo y pateando el monte y los prados ese mismo domingo y el lunes hasta la una de la madrugada. Pero nada. El martes fui a denunciar el robo a la Ertzaintza de Balmaseda. El rancho está un poco apartado, pero hay cuatro accesos posibles. El buey estaba en un cobertizo, con otros nueve animales. Los prados están alambrados y hay dos barreras con pasadores que cualquiera puede abrir. Estoy seguro de que ha sido premeditado, que nos han estado vigilando, controlando nuestros horarios. Se llevaron el buey cuando todos estábamos trabajando en el restaurante. Venía de toda una semana preparando atún rojo, estaba reventado. Lo que más me duele, más que el robo del animal, es que los cuatreros han atacado mi casa, mi intimidad, y a sangre fría», relata el hostelero carranzano de Casa Garras, abierto en 1971 en el barrio Concha por sus abuelos Pilar Tejera y Nino Llamosas y toda una institución en esta tierra de frontera.
«Supe desde el principio que me lo habían robado. Es un animal que come solo cereal. Si se hubiera escapado, sólo por el vicio volvería a comer al rancho. Además, el buey está hermanado con los de su corral. Nunca se va uno solo por ahí. Van siempre juntos», explica Txema Llamosas, hijo y nieto de ganaderos de una familia que hunde sus raíces en estas tierras desde hace generaciones. «Los Llamosas somos carranzanos. Somos lobos de Ranero y llevamos 1.300 años en estas tierras», presumía su padre, el popular José Mari.
Tras conocerse el robo, el cocinero ha recibido mensajes y llamadas de vecinos y de otros ganaderos comunicándole que también había sufrido hurtos. «Uno me comentó que le habían robado una novilla hace unos días, a otro, trece corderas aquí en Karrantza. Siempre ha habido robos, de terneros, de caballos... Sirvengüenzas que venden la carne sin papeles ni registros sanitarios y a otros precios.»
-Pero un buey... ¿Quién es capaz de sacrificar un buey?
-Cualquiera que ande en ese mundo. Un tío con un polipasto o con un tractor grande, le dan un tiro, le sangran, le pelan, lo cuartean y a neveras frigoríficas... A saber dónde acaba. Incluso lo pueden llevar a un matadero con el crotal o el DPI (como el DNI) de otro buey. No hay chips, no hay trazabilidad. Sólo una pegatina con los datos. Y pueden dar el cambiazo.
-Los bueyes son mansos, de acuerdo, pero de eso a manejar una mole de 1.500 kilos.
-No es complicado si sabes tratarlos y tienes costumbre. He dicho a la Ertzaintza que se trata de mirar las cámaras y localizar un todoterreno o una pickup de dos ejes que se moviera por la zona el día del robo. En un remolque ganadero puedes transportar un buey sin problemas.
-Ha dejado claro que se siente atacado en lo más personal. ¿Piensa adoptar alguna medida?
-Sí. Tengo otros bueyes. Voy a poner cámaras en los establos. Pero cámaras en las que se vean las matrículas y los rasgos de las caras de las personas.
«El buey es intocable. Es tuyo y tú lo crías, tú lo haces», explica Llamosas que mantiene un trato singular, basado en el respeto, con todos los animales que ceba.
Txema Llamosas es uno de los cocineros jóvenes vizcaínos más respetados de su generación. Formado en ESHBI de Artxanda, pasó por las cocinas de Azurmendi, Arzak y elBulli antes de ponerse al mando del restaurante donde trabaja junto a toda su familia.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.