'Ya somos tres, ya solo falta el Alavés'

En realidad, los equipos vascos, o vasco-navarros, habían llegado a ser muchos más que tres en Primera. Ya en la temporada 1930-31, en la que el Alavés se estrenó en la máxima categoría, la mitad de sus equipos (cinco de diez) eran vascos: Athletic, Real Sociedad, Alavés, Arenas y Real Unión. Osasuna subió por primera vez en 1935, pero hasta 1953 no coincidió con el Athletic y la Real.

En 1979-1980 pudo hacerse realidad el lema, pues los conjuntos de las cuatro capitales estuvieron a punto de coincidir en Primera: el conjunto navarro subió ese año y el alavés estuvo también cerca de hacerlo. Lo curioso fue que los caminos de los dos se cruzaron: Osasuna salió disparado hacia el ascenso tras vencer al Alavés en Mendizorroza el 18 de mayo de 1980, a falta de dos jornadas, mientras que, para el once babazorro, que había estado casi toda la Liga en puestos de cabeza, esa derrota fue la puntilla.

Todo el mundo era consciente de que quien ganara ese duelo tenía el ascenso al alcance de la mano y así lo destacó la prensa: «El Deportivo Alavés y el Osasuna se lo juegan todo a una carta». Se trataba de un «derby de vecinos que de siempre ha levantado la consiguiente expectación de las respectivas hinchadas. Mucho más en el caso que nos ocupa, puesto que los dos equipos –sí, los dos– tienen aspiraciones de ascenso a Primera División».

Aunque ambos clubes se habían enfrentado muchas veces, hacía mucho tiempo que no se jugaban entre ellos algo de tanta trascendencia, por lo que la expectación era enorme. Unos cuatro mil aficionados navarros se acercaron a Vitoria y llenaron las gradas de Mendizorroza para animar a su equipo. Pese a la tensión existente, dado lo que se jugaban los dos conjuntos, se esperaba que fuera «una jornada de hermandad entre navarros y alaveses» y así fue.

El Alavés alineó a Basauri, Galarraga, Larrañaga, Bea, Urdaci, Igartua, Señor, Sola, Urrechu, Sandino y Quiles. Desde el inicio, la balanza se inclinó hacia el lado 'rojillo', pues en el minuto siete Echeverría batió a Basauri en un buen tiro, sin apenas ángulo. Fue un jarro de agua fría, que contribuyó a que la hinchada osasunista eclipsara a la grada local. En la segunda parte, Martín logró el 0-2 definitivo, que daba la victoria a Osasuna. A lo largo del encuentro, los jugadores albiazules «presionaron con insistencia y sin desmayo, pese al adverso marcador», pero no lograron perforar la portería navarra. Es más, Galarraga falló un penalti con el que el árbitro sancionó una mano de un defensa osasunista en el área. En resumen, ante un «Osasuna pletórico y potente, que siempre nadó en favor de corriente por la marcha del marcador, el Deportivo Alavés plantó cara de principio a fin, pero sin la fortuna necesaria para imponerse a su rival».

Aranguren, el entrenador alavesista, mostró su decepción por el resultado y pronto se anunció que el siguiente año no seguiría al frente del equipo. Por el contrario, Alzate, el míster navarro, mostró una enorme alegría, aunque indicó que «siento que esta victoria se haya logrado en detrimento del Deportivo Alavés. Lo ideal hubiera sido que también el Alavés aspirase al ascenso».

Al final, Osasuna subió a Primera y el Alavés quedó noveno, lejos de su objetivo. La afición albiazul pensaba que «era muy probable que el Deportivo Alavés no vuelva a tener en muchos años la miel tan cerca de la boca». Y así fue: hubo que esperar a 1998 para el ascenso alavesista. En 2000, Osasuna también logró subir y por fin los cuatro equipos de la capitales se encontraron en Primera.