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Imponente ejemplar de quebrantahuesos DFA

El pájaro de fuego regresa a Álava

Cada vez se acercan más quebrantahuesos al territorio desde Navarra y Cantabria y la Diputación confía en que pronto una pareja haga aquí su nido

Domingo, 15 de junio 2025, 00:15

l quebrantahuesos, una de las rapaces de mayor envergadura de la fauna europea y en peligro de extinción, vuelve a sus dominios alaveses cuarenta años después. La última pareja del también conocido como pájaro de fuego o de barro por el color naranja de su plumaje habitó en los roquedos de Valderejo hasta 1982. Desde entonces, sus incursiones en tierras del territorio histórico habían sido esporádicas, para desesperanza de los conservacionistas. Y es que se trata de una carroñera de la familia de los buitres que además de tener un magnífico porte desempeña un primordial papel en la limpieza «total» de los montes y en evitar la propagación de zoonosis.

Fechas clave

  • 1988 Ese año se empieza a monitorizar de manera permanente a la población pirenaica de quebrantahuesos y eso ha permitido constatar su crecimiento continuado. Entonces estaban localizadas en 45 territorios y en 2023 se elevaban a 198 (88 en Aragón, 48 en Cataluña y 8 en Navarra).

  • Lenta expansión Han recolonizado o aparecido en nuevos territorios extrapirenaicos en Aralar (Montes Vascos), Urbión y Moncayo (ibérico Septentrional) y en sierras situadas en el límite del valle del Ebro como la de San Pedro.

  • Las medidas Para que arraiguen de manera natural, es decir, sin programas de reintroducción de pollos, la Diputación ha hecho seguimientos e investigaciones, ha tomado medidas para favorecer su tránsito y la conexión entre Pirineos y la Cordillera Cantábrica, ha eliminado las causas de mortalidad y molestia, ha adecuado áreas de interés especial y se ha coordinado con otras instituciones.

  • 2021 Empiezan a verse frecuentemente los primeros ejemplares.

Pero todo parece estar a punto de cambiar. Desde hace cuatro años no han hecho más que aumentar los avistamientos de estas magníficas aves en la Montaña Alavesa y Valderejo y existen ya vídeos inéditos (veánse tras la lectura de este artículo) en los que se ve a un ejemplar comer tranquilamente unos huesos de cordero en un muladar alavés.

Es todo un acontecimiento que tiene emocionado al equipo de Medio Natural que dirige Mariajo Madeira, quien está convencida de que más pronto que tarde, el quebrantahuesos volverá a reproducirse en algún recoveco alavés. Así, Álava, que ahora es como una especie de corredor enmedio de las poblaciones estables de Pirineos y Picos de Europa, entrará a formar parte del selecto club de los territorios en los que esta rapaz, mermada por los venenos y los tendidos eléctricos, se siente a salvo.

Avistamiento

Al menos cuatro ejemplares pasan cada vez más tiempo en Valderejo, Aratz o Montaña Alavesa

Desde 2021, relata la directora de Medio Natural, los avistamientos son constantes. Primero fue Flumen, un quebrantahuesos monitorizado, el que decidió dormir varias noches en alguno de los riscos del Aratz. Dos años después, ya eran dos los ejemplares identificados volando imponentes por Sobrón, Sierra Salvada, Sierra de Cantabria y el este del territorio. Su presencia ha sido ya constante el último año y se tienen localizados ya a cuatro. Se sabe que uno llega aquí desde Aragón y que hay otro sin marcar, al que han llamado Iturrieta, que posiblemente proceda del mismo roquedo. Está también Basozain, monitorizado desde Navarra, y Capo, un jovenzuelo del Pirineo que ya ha sobrevolado Urkiola, Gorbea o Sierra Salvada.

Las medidas

Han sido necesarios años de seguimiento e investigación, de ponerles alimentación suplementaria en muladares y cebaderos, de favorecer su tránsito y conexión entre Pirineos y Cordillera Cantábrica, de eliminar barreras para favorecer su vuelo como las de los cables eléctricos y de trabajo coordinado con otros territorios como Gipuzkoa y la comunidad vecina de Navarra para empezar a ver la luz al final del túnel. En sus vuelos de reconocimiento desde Aralar, Beriain o Urbión cada vez son más los ejemplares del pájaro de fuego que exploran los roquedos alaveses.

La directora de Medio Natural explica cómo se las gasta una poderosa ave a la que el mítico Félix Rodríguez de la Fuente ayudó a salvar con sus impactantes documentales de 'El hombre y la tierra'. El entrañable biólogo advertía ya en los 80 sobre los envenenamientos con estricnina en los cotos de caza y se preguntaba si nuestra generación iba a tener que resignarse ver a las carroñeras en documentales antiguos de la tele o en safaris a África.

Es, prosigue Madeira, el último que llega a lugar en el que hay un ungulado muerto (reses de ganadería extensiva, caballos, ovejas, cabras, corzos, ciervos...). Aparece cuando buitres o cuervos se han llevado ya las vísceras y carne. Come los tendones y coge los huesos. Se los lleva al rompedero más cercano y los lanza contra las piedras para ingerir mejor los trozos. De ahí, que en la elección de las zonas de nidificación sea muy importante para ellos la presencia de cortados. Y esto, claro está, en un punto a favor de la provincia vasca con más zonas de especial conservación ZECy ZEPA de Euskadi.

De imponente silueta. Sus alas abiertas pueden llegar a medir 3 metros y el peso de los ejemplares de mayor tamaño llega a los 6-7 kilos. Su cola, sus alas más puntiagudas y estrechas se distinguen bien al vuelo. Al igual que sus plumas, que son el resultado de un curioso comportamiento. El 'Gypaetus barbatus' tiñe deliberadamente sus plumas con baños de tierra roja o de aguas ricas en partículas de óxido de hierro. Ese pigmento natural de color rojizo-anaranjado, común en numerosos parajes alaveses, es el que tiñe el plumaje de su cuello, cabeza y región ventral. También son característicos sus ojos claros rodeados por un anillo rojo y un antifaz negro que sobresale del pico a modo de barba.

El quebrantahuesos era una rapaz relativamente frecuente en casi toda Europa hasta 1900, pero empieza a desaparecer por envenenamiento, choques con postes de electricidad, las caídas de los nidos e incluso disparos. Así esa persecución directa e indirecta provocó su extinción en la gran mayoría de las montañas europeas hasta quedar relegada, a mediados del siglo XX, a algunos macizos de Pirineos (España y Francia) y, con poblaciones mucho más reducidas, de Córcega, Creta (Grecia) y Balcanes.

Su situación lleva a las autoridades ambientales a proteger la especie en 1958. Se consigue mantener las poblaciones de los Pirineos y en el año 2000 se crea la Estrategia España-Portugal para su conservación. Hay ya 198 territorios donde nidifican y esto es importante porque les cuesta mucho reproducirse en otros sitios que no sean el entorno en el que nacieron, aunque recorran grandes distancias. Son «muy filopátricos», sentencia la directora de Medio Natural.

Pero hacen varios nidos en sitios diferentes y «se ha detectado una lenta expansión natural hacia el oeste y el sur» de la Península, «con recolonización o aparición de nuevos territorios extrapirenaicos en Aralar (Montes Vascos), Urbión y Moncayo (Ibérico Septentrional) y también en territorios prepirenaicos en sierras situadas ya en el límite del valle del Ebro: Sierra de San Pedro.

Así que la Diputación ve cercano el momento en que alguna pareja de Aralar pase a Montaña Alavesa o una de Urbión se asiente en Valderejo.

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