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En el marco de la UE cada país miembro posee lo que podemos llamar un capital político que le otorga un margen de influencia para ... pelear propuestas en beneficio de sus intereses nacionales. Lo cabal es que dicho capital, que no es infinito ni eterno, lo emplee cada gobierno con un criterio de prioridades. En el abanico de reclamaciones que puede y debe plantear España en Bruselas, a cualquiera con sentido común se le ocurren como prioritarias las relacionadas con el apoyo al sector agrícola y al ganadero; con la gestión de la pesca o la crisis de la inmigración y de sus fronteras; con la industria y la superación de limitaciones que imponen a esta la competencia desleal y la fiscalidad verde. Como dichas demandas responden a una inevitable 'ventana de oportunidad', según la cual apostar por una de ellas supone relegar otras, cada gobierno debe valorar en qué batallas debe emplearse a fondo. Es en ese contexto donde cabe hacerse una elemental pregunta: ¿De verdad es para España un objetivo prioritario el de lograr que se reconozcan como lenguas oficiales de la UE el catalán, el gallego y el euskera?
A esa pregunta se suman otras dictadas por la pura lógica: ¿De verdad piensa toda la camarilla sanchista adherida a esa reivindicación que Bruselas puede dar luz verde a una iniciativa que constituiría un agravio comparativo a todo el mosaico de lenguas de igual rango que dan colorido al continente europeo, y cuyos hablantes de un modo previsible exigirían el mismo reconocimiento? ¿Es posible una Babel de más de un centenar de lenguas en una comunidad multinacional cuya división idiomática actual ya es un serio obstáculo para su unidad de acción ejecutiva y su propia coherencia política, administrativa y económica? ¿De verdad son la intolerancia y la falta de sentido democrático las que llevan a oponerse a Alemania, Francia, Italia, Suecia, Chequia y Croacia a semejante proyecto babélico? ¿De verdad es un declarado enemigo de la pluralidad lingüística un PP presidido por un galleguista cuyo discurso concesivo a los nacionalismos étnico-monolingüistas le ha minado votos en su propio electorado? ¿De verdad es democráticamente superior un PSOE plegado hoy a esa demanda para contentar a un prófugo de la Justicia y no perder el apoyo que le sostiene en el Gobierno? ¿De verdad tiene sentido reconocer como oficial en Europa un euskera que ni siquiera hablan muchos de los miembros del PNV para que este siga sumando su apoyo al sanchismo? ¿De verdad responde esa demanda a un clamor general en un país cuyo sueldo medio no sirve para llegar al fin de mes? ¿De verdad cree Albares que es 'irreversible' el éxito de ese objetivo marciano y estrafalario que arruina la imagen de España, no solo por su vaticinable fracaso?
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