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La división idiomática es un obstáculo para la acción y la coherencia en la UE

Viernes, 30 de mayo 2025, 00:00

En el marco de la UE cada país miembro posee lo que podemos llamar un capital político que le otorga un margen de influencia para ... pelear propuestas en beneficio de sus intereses nacionales. Lo cabal es que dicho capital, que no es infinito ni eterno, lo emplee cada gobierno con un criterio de prioridades. En el abanico de reclamaciones que puede y debe plantear España en Bruselas, a cualquiera con sentido común se le ocurren como prioritarias las relacionadas con el apoyo al sector agrícola y al ganadero; con la gestión de la pesca o la crisis de la inmigración y de sus fronteras; con la industria y la superación de limitaciones que imponen a esta la competencia desleal y la fiscalidad verde. Como dichas demandas responden a una inevitable 'ventana de oportunidad', según la cual apostar por una de ellas supone relegar otras, cada gobierno debe valorar en qué batallas debe emplearse a fondo. Es en ese contexto donde cabe hacerse una elemental pregunta: ¿De verdad es para España un objetivo prioritario el de lograr que se reconozcan como lenguas oficiales de la UE el catalán, el gallego y el euskera?

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