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El historiador nacionalista Karol Nawrocki ha ganado las elecciones presidenciales en Polonia frente al alcalde de Varsovia, el liberal Rafal Trzaskowski, según los resultados oficiales ... divulgados el lunes, en lo que supone un golpe para el Gobierno proeuropeo del país.
Con todas las papeletas contadas, la comisión electoral nacional confirmó que Nawrocki obtuvo el 50,89% de los votos frente al 49,11% de Trzaskowski en los comicios del domingo. Los reñidos resultados evidencian la polarización en este país miembro de la Unión Europea y la OTAN.
A los dos aspirantes les han separado únicamente 369.351 votos en unas elecciones que, paradójicamente, han sido muy participativas, con el 71,3% de asistencia a las urnas. La emisora polaca TVP anunció durante el recuento que se trataba del escrutinio «más reñido» en la historia electoral polaca, hasta el extremo de que los dos candidatos se autoproclamaron vencendores durante la madrugada. «Por los pelos», dijo Trzaskowski a sus seguidores mientras Nawrocki anunciaba en X: «¡Gracias a todos! Vamos a triunfar«.
La victoria de este último supone un balón de oxígeno para el PiS, que en 2023 sufrió un duro revés al perder ante el proyecto centrista de Donald Tusk en las legislativas después de haber permanecido ocho años en el poder. Nawrocki iniciará su mandato el 5 de agosto cuando sean refrendado por el Parlamento. Su nombramiento pondrá fin a los diez años que el conservador Andrzej Dud, actual jefe del Estado, ha permanecido en el cargo.
De alguna manera, ahora sucede el fenómeno contrario al registrado en 2023 cuando Donald Tusk, al frente de la Plataforma Cívica, ganó como primer ministro e introdujo un aire de reformismo en el Ejecutivo polaco. La clave fundamental de los comicios de este domingo consistía en dilucidar cómo condicionarán los dos próximos años de mandato que todavía le quedan a Tusk tras una primera mitad realmente complicada. El presidente saliente ha frustrado o dificultado hasta ahora las políticas liberales de su primer ministro, y lo más probable es que su sucesor continúe por la misma senda. Ambos están alineados ideológicamente con la oposición al 'premier' y, con la derrota de Trzaskowski, Tusk pierde un valiosísimo aliado. En campaña, el candidato había reiterado su respaldo absoluto a la agenda reformista del primer ministro.
Duda ha vetado iniciativas legislativas como la reforma del funcionamiento del sistema judicial o la liberalización del derecho al aborto, además de otras propuestas en sintonía con las peticiones de la UE para mejorar el Estado de Derecho en Polonia. El último choque es reciente, de marzo pasado, cuando el primer ministro urgió al presidente a no demorar más la reforma que restringirá el derecho a solicitar asilo en el país, ante su temor a que Rusia y Bielorrusia estén «instrumentalizando» el fenómeno migratorio.
El jefe del Estado saliente ha felicitado a los dos candidatos por su defensa de Polonia y, especialmente, a Nawrocki por su «victoria electoral. Ha sido una lucha a veces dolorosa, pero increíblemente valiente, por Polonia y por cómo deben gestionarse los asuntos de nuestra patria», ha señalado Duda en las redes sociales.
La segunda vuelta de los comicios presidenciales celebrada ayer ponía en juego el papel de Polonia en Europa y, también, cuestiones sociales como el aborto y los derechos de las personas LGTBI. Los polacos elegían entre Trzaskowski, de 53 años, alcalde europeísta de Varsovia, líder de Plataforma Cívica y aliado de Tusk, y el historiador ultranacionalista Nawrocki, de 42 años, muy próximo a Donald Trump. Se da la circunstancia de que los polacos afincados en Estados Unidos han votado masivamente por este último mientras la diáspora europea se ha decantado por Trzaskowski.
Aleksander Kwaśniewski, quien fue presidente de la República de Polonia entre 1995 y 2005, ha sido de los primeros exdirigentes nacionales en valorar el desenlace electoral. A su juicio, «una gran parte de los votantes de Nawrocki lo han hecho por su fe en el PiS, y la fe no está sujeta a argumentos racionales», pero también considera que el resultado es síntoma de un «problema de polarización, de poca confianza en diversas instituciones públicas y, desgraciadamente, también de poca confianza en los medios de comunicación».
La derecha europea ha felicitado ya el triunfo de Nawrocki. La líder ultraconservadora francesa Marine Le Pen cree que «es una buena noticia frente a una Comisión Europea cuyas políticas autoritarias y objetivos federalistas tratan brutalmente la soberanía nacional». Por su parte, el líder de la Liga, y viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, opina que el resultado es una «excelente noticia».
Cuando Nawrocki saltó al ring político como candidato presidencial conservador era un desconocido para la mayoría de los polacos. Muchos en el país se sorprendieron al ver que el partido Ley y Justicia (PiS), que gobernó entre 2015 y 2023, apoyaba la candidatura de este exboxeador amateur e historiador nacionalista de 42 años sin experiencia política y no afiliado a ningún partido.
En su juventud, Nawrocki, nacido en 1983 en Gdansk (Polonia), fue jugador de fútbol aficionado y miembro del equipo de boxeo RKS Stoczniowiec, con el que ganó un torneo polaco de boxeo junior en 2004.
Nawrocki, casado y padre de tres hijos, tenía antes de meterse en política un perfil académico. Es un historiador especialista en el papel de la Unión Soviética en la historia de Polonia después de 1945, doctor en Humanidades y tiene un MBA.
De 2017 a 2021 fue director del Museo de la Segunda Guerra Mundial de Gdansk. Desde julio de 2021, es director Instituto de la Memoria Nacional (IPN), un centro público cuya misión es documentar e investigar los crímenes nazis y soviéticos cometidos en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial y en la era comunista.
Nawrocki ha abogado desde el IPN por el borrado de las huellas de la época comunista del espacio público. También ha apoyado el desmantelamiento de los monumentos en agradecimiento al Ejército Rojo tras la victoria soviética contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial al considerar que son «símbolo de esclavitud, no de liberación». Por eso, Moscú le ha puesto en la lista negra, según la prensa polaca.
El líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski, sorprendió al apostar por Nawrocki como candidato presidencial. Al no tener experiencia política, sus contrincantes no podían echarle en cara las derivas antidemocráticas y antieuropeístas del PiS durante su etapa gubernamental, así como sus escándalos de corrupción. De paso, Kaczynski evitaba tener un futuro rival para la dirección del partido, ya que Nawrocki no tiene el carné del PiS.
Pese a su nula experiencia política, Nawrocki logró clasificarse, gracias a la maquinaria electoral del PiS, para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El conservador Nawrocki se ha enfrentado en las urnas al candidato centrista liberal y alcalde de Varsovia Rafal Trzaskowski, apoyado por el primer ministro europeísta Donald Tusk.
Su campaña electoral ha estado rodeada de escándalos. La prensa polaca ha sacado a la luz su turbio pasado, desde la presunta mala gestión del Instituto de la Memoria Nacional a una estafa inmobiliaria a un anciano, pasando por participar en peleas de hooligans cuando era joven o haberse presuntamente encargado de contratar prostitutas para clientes de un hotel cuando trabajaba en seguridad, lo que ha negado.
Durante un debate electoral en televisión, Nawrocki creó polémica al meterse snus (una bolsita de nicotina) entre el labio y la encía, pese a ser ilegal en Polonia. Posteriormente se sometió a una prueba de drogas y dio negativo, pidiendo a Trzaskowski que hiciera lo mismo.
Nawrocki ha hecho campaña con el lema «Polonia primero» y ha cortejado el voto de la extrema derecha entre las dos vueltas. Defiende posiciones conservadoras en cuestiones sociales y cercanas a los círculos del movimiento conservador del presidente Donald Trump. También invitó al candidato ultraderechista rumano George Simion a uno de sus mítines, antes de que éste perdiera las elecciones presidenciales rumanas.
Defensor de los valores tradicionales, se opone a la liberación del aborto, a la propaganda LGBTQ+, a las uniones civiles entre personas del mismo sexo y a la gratuidad de la píldora del día después sin receta médica.
Aunque Nawrocki no es euroescéptico, se opone a una Unión Europea con más competencias, al Pacto Verde Europeo, al Pacto Migratorio y a la entrada de Ucrania a la en la OTAN. Aboga por «una Polonia soberana y ambiciosa, no por una que escuche las voces de Bruselas, París y Berlín», como dijo en un mitin durante la campaña electoral.
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