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Antes de convertirse por primera vez en presidente de los Estados Unidos en 2016, Donald Trump era famoso en su país por dos razones: una, ... por sus negocios inmobiliarios; la otra, por una especie de 'reality' en la que acababa despidiendo a quien le venía en gana. «You are fired!»(«¡Estás despedido!»), exclamaba. Esto es justo lo que ha hecho este fin de semana el mandatario norteamericano con el candidato a dirigir la Nasa, Jared Isaacman, un multimillonario amigo de Elon Musk. El despido llegó apenas horas después de que tanto el mandatario como el hombre más rico del mundo orquestaran el viernes la salida de este último del Gobierno como encargado de recortar el gasto público. Dijeron quedar como amigos, pero los hechos apuntan en otra dirección.
Isaacman es un empresario de 42 años que siendo todavía una adolescente dejó el instituto para emprender su primer negocio: diseñar páginas webs para pequeños negocios desde el sótano de la casa de sus padres en Nueva Jersey. De aquí pasaría al sector financiero, de donde procede su fortuna. Piloto de acrobacias, el año pasado protagonizó el primer paseo espacial de carácter privado de la historia –en realidad solo asomó medio cuerpo de la nave–. Aquella misión solo fue posible gracias a la colaboración con Space X, la empresa espacial de Musk. «Es raro encontrar a alguien tan competente y de tan buen corazón», lamentó el propio Musk al enterarse del despido. Su amigo había pasado un primer examen del Senado y esta misma semana esperaba someterse a las votaciones que debían llevarle al cargo.
La razón esgrimida por Trump son «las asociaciones previas» de Isaacman con los demócratas. Bajo este eufemismo se refería a las donaciones que Isaacman había realizado a aquellos en las dos últimas elecciones. Según 'The New York Times', el presidente no se había enterado hasta ahora. Como otros potentados, Isaacman había aportado dos millones de dólares para la investidura, lo que no fue suficiente para dar marcha atrás a su decisión.
El republicano parece haber olvidado que él mismo financió las arcas del partido rival durante años. Así lo reveló Bob Woodward en su libro 'Miedo'. El prestigioso periodista cuenta en el primer capítulo que en agosto de 2010, Steve Bannon, el estratega que logró llevar al magnate a la Casa Blanca en 2016, y David Bossie, una especie de 'fontanero' de los republicanos, se reunieron con Trump en Nueva York para valorar sus opciones como candidato a la presidencia. Entre las 'pegas' que le presentaron al entonces empresario se encontraba precisamente que había realizado aportaciones a los demócratas. La proporción era muy llamativa: el 80% del dinero aportado iba a parar a las arcas de estos. «¡Y una mierda!», gritó Trump. Cuando le replicaron que había documentación de todo ello, el entonces lejano aspirante al Despacho Oval replicó que «es lo que tengo que hacer. Esos demócratas de mierda gobiernan todas las ciudades. Hay que hacer hoteles. Hay que untarles. Son ellos los que vienen a verme».
En el trasfondo de esta decisión se encuentra la enrarecida relación entre Trump y Musk. En los últimos tiempos este último había puesto en entredicho la política fiscal del presidente; había discutido con Peter Navarro, el ideólogo de los aranceles, y casi había llegado a las manos con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en la misma Casa Blanca. También se había convertido en un lastre político, como demostraron las elecciones al Tribunal Supremo de Wisconsin en abril, donde pese a los millones de Musk, se impuso la candidatura de una jueza progresista.
Entre los aspirantes que baraja ahora Trump para situar al frente de la Nasa se encuentra, según Reuters, el teniente general retirado Steven Kwast, uno de los principales impulsores de la Fuerza Espacial norteamericana, una rama del ejército nacida en 2019 para defender los intereses de EEUU en el espacio. Sea este el elegido o no, el nuevo responsable deberá hacer frente a un presupuesto que se ha visto recortado en un 24%. La agencia norteamericana pasará de disponer 24.800 millones de dólares a 16.570 millones, el presupuesto más bajo desde 1961 si se no se tiene en cuenta la inflación. Está por ver cómo afectan estos recortes a los planes de la agencia en los próximos meses y años. Tanto Trump como Musk –la primera potencia mundial sigue dependiendo de Space X en este campo– apuestan por dirigir los esfuerzos a llegar a Marte antes que dedicar más recursos en el regreso a la Luna.
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