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Edurne, retratada para la exposición 'Huérfanos de la tormenta'. Unai Endemaño

Muere Edurne, del bar Las Ruedas, la reina heavy de Iturribide

Ha fallecido a los 67 años una de las figuras más emblemáticas de la escena metalera de Bilbao: «Siempre ha estado ahí»

Jueves, 6 de marzo 2025, 13:13

La calle Iturribide tiene su propia historia y su propia mitología, mil veces repasadas por los aficionados al heavy en sus conversaciones de barra: es un relato que va hilvanando locales que siguen existiendo y otros que no, pero que hicieron mucho por forjar la identidad metalera de esta castiza calle de Bilbao, y también nombres de personas que han trabajado duro para que no se apague la llama, aunque la palabra 'trabajar' se queda corta ante lo que es, en realidad, un modo de vida. En esa memoria compartida, Edurne Simón ocupaba y seguirá ocupando un lugar central: al recorrer la historia hostelera y musical de Iturri con alguien del mundillo, es seguro que su nombre se va a mencionar más pronto que tarde. La emblemática Edurne, de Las Ruedas, ha fallecido a los 67 años, y esta mañana la homenajeaban un cartel, unas flores y media docena de velas ante la puerta cerrada del bar.

Aunque, de nuevo, la palabra no llega a abarcar todo el concepto. Las Ruedas, uno de los pilares de la escena roquera bilbaína, es más que un bar: su larguísima trayectoria, que arrancó en los 80, lo convierte en una institución, y su fidelidad a una música más allá de la veleta de las modas ha hecho del local un refugio oscuro y acogedor para los aficionados al rock. Antes de eso, Edurne regentó otro clásico de este pequeño gran universo, Los Molinos, también ineludible en la microhistoria de la calle. Y, todavía antes, estuvo en otro que tal, Los Cencerros, que siguen sonando con fuerza en la biografía de tantos bilbaínos. «En realidad, ella empezó en los puestos de los hippies que se ponían en El Corte Inglés, en los 70. Después llegó a Iturribide: primero en Los Cencerros, en los primeros 80, y luego en Los Molinos, hasta final de década. Era una tía muy dura, había que serlo para llevar un bar de Iturribide en los 80 siendo una chavala de metro y medio: al que se pasaba, le arreaba un puñetazo», expresa su admiración Gonzalo Etxebarria, que durante muchos años fue su pareja y durante más años aún ha sido su socio al frente de Las Ruedas.

La puerta de Las Ruedas, esta mañana.

Se hicieron cargo del bar en 1992 y ahí siguieron, contra viento y marea, hasta que Edurne se jubiló hace solo tres meses. «Le hicimos la fiesta de jubilación en diciembre. Fue una ilusión del copón, ahí había gente de 14 a 80 años, todos haciéndole chistes: no te puedes dedicar a ver obras, porque no te aguantan ni los obreros... Porque ella tenía su pronto, claro, pero el cariño tira más que la mala uva. Era una superviviente de la hostia», relata. Edurne arrastraba complicaciones de salud desde los locos 80: «Había aguantado todo y pensábamos que iba a seguir aguantando, pero ya avisaba de que estaba cansada», comenta Gonzalo.

Betolaza y San Francisco

Hija de emigrantes burgaleses, creció en Betolaza y después en San Francisco, fue madre joven y tenía un nieto, al que se refería como su talismán. «Siempre ha ido con su verdad por delante: crio a su hijo, se buscó la vida y tiró para adelante. ¡Era una gran mujer!», elogia Gonzalo. La música era el otro eje de su vida: aunque ha quedado como uno de los emblemas de la Iturribide más heavy, sus gustos eran muy amplios y abarcaban bandas tan diversas como King Crimson o Devo. Eso sí, era devota de Rory Gallagher: los últimos años, pese su salud más delicada, iba siempre al homenaje anual que tributan al músico irlandés en su pueblo natal, Ballyshannon, y en la foto de su perfil en Facebook aparece dando un beso a su estatua.

Besando la estatua de Rory Gallagher: Edurne acudía todos los años al festival que lo homenajea en Irlanda.

La comunidad metalera bilbaína está hoy conmocionada por la pérdida. «Es que Edurne ha estado siempre ahí, es un referente total», resume el fotógrafo Unai Endemaño, que la retrató para su muestra 'Huérfanos de la tormenta' y, hace un montón de años, también trabajó un mes de camarero en Las Ruedas: «Ella me echó, ja, ja, pero seguí yendo de cliente. ¡Era dura!». Cosa suya eran también las iniciativas, tan propias de Las Ruedas, de 'disfrazar' el bar y montar juergas temáticas: «Organizaba una fiesta, la del sombrero o la primavera, y se dedicaba a llamar uno por uno a todos los amigos para que nos reuniésemos. Edurne servía de punto de encuentro para muchas personas que nos conocimos casi de adolescentes. Siempre intentaba que nos juntásemos», agradece su amiga Maika Álvarez. Lo diremos una vez más: ¿era dura, no? «Era una persona con mucho carácter. Siempre quería gobernar, pero sabía también agradecer. Y buscaba el lado bueno: podías discutir con ella sin acabar en bronca», afina Maika.

Gonzalo ha ido hoy al bar para atender a los proveedores y se ha emocionado al ver que, al cartel y las flores que colocó anoche, se han sumado más flores que amigos y parroquianos han ido depositando por la mañana. «La semana que viene –dice– le haremos un homenaje en el bar». Iturribide no tiene ninguna intención de olvidarla.

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