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La natalidad en Euskadi sigue a la baja y acumula ya una década de caída continua. Los 12.937 nacimientos registrados en 2024 por el ... Eustat suponen un 3,8% menos respecto al año previo y el mínimo desde 1975, cuando comenzaron los registros. La estadística, no obstante, tiene matices. Los alumbramientos sólo disminuyeron entre las madres de nacionalidad española, un 5,6%. Sin embargo, aumentaron un 1,4% entre las foráneas, que dieron a luz al 26,6% de los bebés totales (en este porcentaje no entran los hijos de mujeres extranjeras nacionalizadas). La edad media de las madres fue de 33,4 años aunque, de nuevo, hay grandes diferencias en función del origen. Las autóctonas tuvieron su bebé, de media, con 34,3 años. Las foráneas, en cambio, con 30,8. Los principales países de origen de estas mujeres son Marruecos, Colombia, Nicaragua, Paraguay, Pakistán y Rumanía.
A nivel general, el número de hijos por mujer pasó de 2,8 en 1975 a 0,9 a mediados de los noventa y en la actualidad se sitúa en 1,15. El bajón demográfico de hace treinta años provocó que ahora haya menos mujeres en edad fértil. En cualquier caso, la cifra de alumbramientos está muy lejos de la tasa de reposición (2,1), que garantiza el relevo generacional.
El invierno demográfico en el que Euskadi lleva años sumida preocupa a las instituciones. Una sociedad con menos niños significa una población cada vez más envejecida, con menos masa crítica que, en el futuro, sostenga unos servicios públicos cada vez más tensionados.
La única razón por la que territorios como Bizkaia no han perdido población en los últimos años es la inmigración. Pero su gestión provoca roces. El propio lehendakari se cuestionó, en un evento organizado por EL CORREO, si el País Vasco atrae la inmigración que necesita, lo que generó una formidable bronca política que no llegó a mayores pero que deja claro que la Euskadi del futuro será más diversa y que la integración de los flujos migratorios es un asunto de primer nivel en el debate público.
Hace tiempo que las causas del bajón demográfico de la población autóctona están diagnosticadas. Una de las más importantes es la crisis de la vivienda, una trampa mortal para una generación con salarios precarios. Según el Eustat, la renta neta anual de los vascos de entre 25 y 29 años es de 17.183 euros; entre 30 y 34 años, de 22.203; y entre 35 y 39 años, de 25.034. La edad media de emancipación se sitúa ya en los 29,8 años, tres años y medio por detrás de la media europea.
El fenómeno es de tal calado que el Gobierno vasco ha hecho un estudio específico titulado '¿Queremos ser madres y padres?'. El informe señala que dos tercios de los jóvenes de entre 25 y 39 años desean tener descendencia. Es más, querrían tener una media de 2,2 hijos. Pero la mayoría cree que no lo conseguirá. Citan, sobre todo, motivos económicos, laborales, de vivienda, su propia edad y los motivos personales, en ese orden, como principales causas de ello.
No todos quieren ser padres
Sin embargo, no todos los jóvenes vascos quieren ser padres. Hay un 18% que aún no lo tiene claro y otro 15% directamente lo rechaza. Cuando se les pregunta por qué, aluden a varios motivos: el primero es que quieren «dedicar su vida a otros proyectos». Otras razones esgrimidas son que quieren «vivir solos o en pareja pero, en cualquier caso, sin niños»; porque cuidar de los hijos «supone demasiada responsabilidad»; porque la crianza es muy cara; y porque, «tal y como están las cosas (cambio climático, guerras), es mejor no traer niños al mundo».
Las diferencias en la actitud frente a la maternidad son abultadas entre la población autóctona y la extranjera. Así, por ejemplo, sólo el 25% de los jóvenes vascos encuestados creía «muy importante» tener descendencia. En cambio, entre la población extranjera, que en general cuenta con peores salarios y trabaja en los sectores más precarizados, la cifra asciende al 53%.
En los últimos años el Gobierno vasco ha desplegado una ambiciosa política de ayudas para incentivar la natalidad. Entre ellas, la gratuidad de las haurreskolak; el cheque de 200 euros mensuales hasta los 3 años para el primer y segundo hijo; las ayudas al alquiler y compra de vivienda para jóvenes; y la intención de ampliar, a partir de 2026, el permiso de paternidad de 16 a 18 semanas. Nada de eso ha funcionado hasta ahora y el primer sector que acusa el bajón demográfico es la educación. Esta semana responsables del departamento alertaban de que en los próximos años vendrán «muchas» fusiones -o sea, cierres- de colegios por este motivo.
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