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La catedral de Santiago, cuya construcción acabó a comienzos del siglo XVI, sufre daños relevantes en su ábside y varios contrafuertes. Así lo desveló ayer ... el grupo juntero de EH Bildu en el transcurso de una comisión de Cultura, Euskera y Deportes en las Juntas Generales. Unos desperfectos que fueron confirmados por la diputada de este ámbito, Leixuri Arrizabalaga. No obstante, la responsable foral recalcó que este deterioro «no compromete la integridad» del histórico edificio, que es patrimonio de la Unesco desde 2015.
El origen de los daños, cuya valoración figura en un informe interno del Servicio de Patrimonio de la Diputación, tiene su origen en la actividad de las tiendas que se ubicaban en la parte trasera del templo. Estos espacios comerciales han funcionado ya no durante décadas, sino que están abiertos al público desde hace siglos. De hecho, se tiene constancia documental de que el primero se puso en marcha a finales del siglo XVI.
Y ¿qué es lo que ha sucedido en el muro del ábside y en las estructuras que se encargan de dar empaque al edificio? Por lo que se dijo ayer en el transcurso de la comisión, los sucesivos propietarios de estos reducidos espacios han ido picando o eliminando elementos de sillería, con el objetivo, seguramente, de realizar pequeñas reformas o de ganar espacio para encajar un almacén o colocar un mueble.
Arrizabalaga aseguró que se desconoce cuándo se han producido los desperfectos, por lo que no se puede actuar contra los responsables, ya que estas acciones lesivas para la catedral se han podido perpetrar a lo largo de los siglos. La diputada también dejó claro que, en principio, no es competente a la hora de realizar las reparaciones, sino que esa responsabilidad recae en los propietarios. Y, aunque no lo dijo, la titularidad de estas tiendas está en manos privadas, mientras que la catedral pertenece a la Diócesis de Bilbao.
¿Por qué salen a la luz ahora los daños? El motivo no es otro que las obras que se están ya ejecutando para retirar las viejas tiendas y habilitar unos establecimientos más modernos. Al retirar parte de las estructuras, se han podido observar las marcas y la piedra picada. Los locales son muy pequeños. Tienen entre 4 y 7 metros y el nuevo proyecto que se está ejecutando prevé reducir los espacios de cuatro a tres. La idea es que estén conectados por una galería.
El informe de Patrimonio sostiene que los establecimientos adosados a los muros «no aportan valor a la catedral desde una perspectiva arquitectónica (autenticidad, originalidad, calidad constructiva o antigüedad)», aunque reconoce que, desde un punto de vista del patrimonio inmaterial, podrían tener «cierto interés», al haber perdurado durante siglos.
EH Bildu, por su parte, mostró su preocupación por este proyecto, ya que, a su juicio, «perjudica el interés público» relacionado con la preservación del patrimonio cultural y la ocupación del suelo público. «Solo contribuirá a la saturación de la oferta hostelera» para un público mayoritariamente turístico.
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